73/2016
Dedicado a ese pueblo que aprendí a amar a través de sus profetas
Aquella dulce tarde tropical,
huérfana de proféticos otoños
patriarcales, y víspera
de la cita con las urnas, no quería escribir con su viejo bolígrafo de siempre
que, harto de tanta hostilidad sin redención, y de puro viejo, se le estaba
amansando sobre su escritorio más allá de lo inexcusable para poder expresar lo
que sentía en lo más hondo de sus intestinos.
Por primera vez, después de tanto
tiempo de amagos fallidos, sentía retoñar entre la hojarasca de la memoria su agriada adolescencia.
No se dio tiempo ni oportunidad para pensar
sin sentir. El dolor que le acometía a oleadas era de pronto demasiado intenso
para permitirle hablar a través de semejante carcamal con el que venía
escribiendo desde que comenzó su oficio de poeta cuentista. ¡NO! no estaba en
condiciones de despilfarrar todo el odio amontonado, añadido hebra a hebra, año
a año, para dejar ahora hacer de las suyas a un pobre bolígrafo, domesticado
por lo años, y desalentado por la ternura de poemas de amores imposibles en
mitad de los tiempos de la cólera.
“No nos engañemos: la vejez es mansa
y pastueña; pero el dolor en propia carne está obligado a la venganza. Y a mí
me duele todavía…” –escuchó
rebelarse con un odio infinito a aquella soledad en silla de ruedas a que lo
había condenado muchos años atrás una indiscriminada bomba guerrillera.
Se sentó a la mesa de trabajo, guardó
sin contemplaciones el viejo bolígrafo de escribir versos en el cajón del
resentimiento, ignorando la infinita tristeza de aquel fiel trebejo enamorado
de palabras sin sentido como la palabra PAZ, sin Octavios, precursores de
Santos “noBelados”.
Tomó un papel en blanco, deshilachado de
añejos rencores en sus esquinas, tentó la ácida memoria de sus muñones, rebuscó
en sus entrañas, con encono, cada uno de los minutos digeridos a duras penas desde
el día de la catástrofe.
Imagen y enlace de Internet |
No estaba hecha la Ley
para someterse a su creador, el hombre, sino que era éste quien debía inclinar sumiso
su cabeza ante su propia criatura, la ciega señora de espada y balanza que
él mismo había creado.
No. Definitivamente, ¡NO! No iba a permitir que las mariposas
amarillas se desmandaran otra vez a la voz de mando de un “SÍ” sin condiciones.
Y su “NO” VISCERAL quedó escrito
como un detonante recién activado entre las ciénagas para sorprender a traición
a futuras generaciones.
En “CasaChina”. En un 8 de octubre de 2016.
http://www.martinoticias.com/a/colombia-farc-acuerdo-paz/124635.html
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