71/2016
El latín –la lengua a la que le debemos nuestro español entre
otras lenguas romance- tenía un recurso gramatical que lo eximía, no ya de la
servidumbre de las comas y otras puntuaciones que tanto dolor de cabeza nos
provoca desde que comenzamos la enseñanza primaria hasta que la diñamos, sino
del uso explícito de las preposiciones. ¿Qué cómo lo hacían? recurriendo a declinar nombres, adjetivos sustantivados,
etc., con las declinaciones y
sus seis casos: nominativo, genitivo,
dativo, acusativo, vocativo y ablativo.
Cada uno de estos casos
confería a la palabra declinada su propia función gramatical dentro de la
oración mediante la inferencia de la preposición
correspondiente, que los latinos nunca ponían.
De esta forma, los nombres cuya terminación introducía el Nominativo (habitualmente terminado en
vocal) no llevaban ninguna preposición y servía para indicar el sujeto.
Por ejemplo, “esa mujer
habla con…”.
El complemento directo
iba en acusativo, (casi siempre
terminado en “m”), lo que indicaba
que iba precedido de la preposición “a” o ninguna: “Ese hombre mira a la mujer”; y era muy fácil de
distinguir ese complemento directo si al modificar el verbo, de voz
activa a pasiva, el complemento directo adquiría la condición de sujeto: “la mujer es mirada por ese hombre”.
El dativo (en vocal) –que hacía funciones de complemento indirecto-, iba precedido
de las preposiciones “a” o “para”, y se distinguía –en lo que hace
a la “a”, en que ese complemento indirecto no podía convertirse en sujeto por
mucho que pusiéramos el verbo en voz pasiva: “el hombre compra flores a –o para- esa mujer.
Del vocativo, nos
olvidamos a los efectos de este divertimento, salvo para saber que, a falta de
declinaciones latinas, en castellano siempre debe colocarse una coma tras él, porque,
con ser una invocación o una interpelación, (vamos: una llamada en
condiciones), se distinguía fácilmente con sólo ponerle delante la exclamación
¡oh!: “mujer, no me olvides” “oh, mujer, no me olvides”.
Hablar del ablativo es
algo así como un cajón de sastre, en el que caben TODAS LAS PREPOSICIONES, como
caben TODAS LAS SITUACIONES a que puede dar lugar una función como la que tiene
encomendada: la de ser complemento
circunstancial.
Quería yo hacer este prolegómeno para llegar a un caso que me
inquieta muy especialmente en lo que
hace a la mujer: el genitivo, adornado
con la preposición más tiránica, esclavizante, alienante y dominante que
pueda imaginarse: la preposición “de”: “esa
mujer es de…”
Hubo
un tiempo en que poder ponerse en las tarjetas el “de” tras el propio apellido
era sinónimo de dejar de ser mujer para convertirse en señora.
Lo
de ser mujer tenía sus propios “DE” –o “DEL”-, no siempre halagüeños:
·
Mujer
DE la vida
·
Mujer
DE armas tomar
·
Mujer
DE cuidado
·
Mujer
DEL arrollo
·
Mujer
DE un día…
·
Mujer
DE la noche.
Pero si el “DE” era “DE prestado”, es decir, si el “DE” era
una graciosa forma de indicar a los demás que esa mujer había dejado de ser
tierra DE conquista para pasar a ser tierra conquistada, porque ya era “DE”
otro que le prestaba su apellido en plan pronombre
posesivo, de la noche a la mañana esa MUJER se convertía a una honrada y
presunta “señora DE”.
Y es ahí donde se arma la zapatiesta en mi cabeza; porque
aquel desgraciado “DE” de las rancias tarjetas de visita de otros tiempos, suponía
convertirnos a las féminas en un ABLATIVO ABSOLUTO o, lo que es lo mismo: en un
compendio de todas las preposiciones del ablativo en sus peores acepciones: las
de posesión o pertenencia.
Elegir un vestido o un carmín de labios era PARA agradar a
nuestro bienhechor, ANTE el que debíamos aparecer CABE mejor vestidas que
cualquier pelandusca sin su correspondiente “DE”. Salíamos a la calle CON el
recato propio de una “Señora DE” para no ser puestas CONTRA la pared de ser
abandonadas; DESDE lejos se nos notaba que pertenecíamos a la casta de las
redimidas por el matrimonio; sabíamos comportarnos con la discreción que
nuestro amo esperaba de nosotras EN cualquier ambiente, en el que el buen
nombre de nuestro poseedor pudiera ponerse en entredicho, dado que su honor
estaba entre nuestras piernas; luchábamos CONTRA viento y marea para
mantenernos arregladitas y dispuestas cuando, al llegar la noche, nuestro amo y
señor reclamaba el descanso del guerrero con una galopada que por entonces se
llamaba en el Código Civil y en el Derecho Canónico “débito conyugal”. Nuestro
proveedor de tan generoso “DE”, DURANTE su estancia en el hogar, debía ser
recompensado por habernos elevado a la posición de SEÑORA DE…No estaba bien
visto que interrumpiéramos un discurso de nuestro bienhechor HASTA que él no
terminase su última gracieta mil veces repetida. Y mucho cuidado con mirar
HACIA otro lado cuando él nos estaba recriminando la temperatura de la sopa
MEDIANTE testiculares argumentos meteorológicos SOBRE nuestra desidia conyugal
TRAS un día agotador, porque podíamos provocar HASTA la guerra de las galaxias,
SEGÚN los grados (¿Fahrenheit 451?) en que entrara en combustión el
cerebro masculino.
En definitiva, que ese CASO GENITIVO que introduce la
preposición “DE” como situación de posesión rotundamente declinable para la
condición femenina, condenada antaño a la pena de pertenencia perpetua, se me hace a mí ya una antigualla unida a la condición de MUJER, pudiendo usar
preposiciones tan hermosas, ablativas y CIRCUNSTANCIALES como:
·
Mujer
solidaria, A la par de…
·
Mujer
independiente ANTE la vida
·
Mujer
pensadora, BAJO su propio criterio
·
Mujer
amante CON su compañero
·
Mujer
dueña DE sí misma
·
Mujer
completa DESDE siempre
·
Mujer
abnegada DURANTE toda su vida
·
Mujer
recíproca, EN condiciones de dar y recibir
·
Mujer
resolutiva ENTRE el irse o quedarse
·
Mujer
tolerante EXCEPTO con la violencia
·
Mujer
accesible HACIA su entorno
·
Mujer
dedicada a lo suyo HASTA la extenuación
·
Mujer
MEDIANTE la que el mundo se explica como tal
·
Mujer
del hoy POR ti, mañana POR mí
·
Mujer
inclusiva SALVO con los maledicentes
·
Mujer
adaptable SEGÚN lo exigen las circunstancias
·
Mujer
SIN paliativos
·
Mujer
que se eleva SOBRE la testosterona gonadal de lo conveniente
Imagen de Internet |
·
MUJER.
En “CasaChina” en un 2 de octubre de 2016
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