Campaniles

domingo, 2 de octubre de 2016

LA MUJER DECLINADA



71/2016
Imagen de Internet
  (Señora "DE"…)

       El latín –la lengua a la que le debemos nuestro español entre otras lenguas romance- tenía un recurso gramatical que lo eximía, no ya de la servidumbre de las comas y otras puntuaciones que tanto dolor de cabeza nos provoca desde que comenzamos la enseñanza primaria hasta que la diñamos, sino del uso explícito de las preposiciones. ¿Qué cómo lo hacían? recurriendo a declinar nombres, adjetivos sustantivados, etc., con las declinaciones y sus seis casos: nominativo, genitivo, dativo, acusativo, vocativo y ablativo.

       Cada uno de estos casos confería a la palabra declinada su propia función gramatical dentro de la oración mediante la inferencia de la preposición correspondiente, que los latinos nunca ponían.



       De esta forma, los nombres cuya terminación introducía el Nominativo (habitualmente terminado en vocal) no llevaban ninguna preposición y servía para indicar el sujeto.
Por ejemplo, “esa mujer habla con…”.
     El complemento directo iba en acusativo, (casi siempre terminado en “m”), lo que indicaba que iba precedido de la preposición “a” o ninguna: “Ese hombre mira a la mujer”; y era muy fácil de distinguir ese complemento directo si al modificar el verbo, de voz activa a pasiva, el complemento directo adquiría la condición de sujeto: “la mujer es mirada por ese hombre”.
       El dativo (en vocal) –que hacía funciones de complemento indirecto-, iba precedido de las preposiciones “a” o “para”, y se distinguía –en lo que hace a la “a”, en que ese complemento indirecto no podía convertirse en sujeto por mucho que pusiéramos el verbo en voz pasiva: “el hombre compra flores a –o para- esa mujer.
       Del vocativo, nos olvidamos a los efectos de este divertimento, salvo para saber que, a falta de declinaciones latinas, en castellano siempre debe colocarse una coma tras él, porque, con ser una invocación o una interpelación, (vamos: una llamada en condiciones), se distinguía fácilmente con sólo ponerle delante la exclamación ¡oh!: “mujer, no me olvides” “oh, mujer, no me olvides”.
Hablar del ablativo es algo así como un cajón de sastre, en el que caben TODAS LAS PREPOSICIONES, como caben TODAS LAS SITUACIONES a que puede dar lugar una función como la que tiene encomendada: la de ser complemento circunstancial.

     Quería yo hacer este prolegómeno para llegar a un caso que me inquieta muy especialmente en lo que hace a la mujer: el genitivo, adornado con la preposición más tiránica, esclavizante, alienante y dominante que pueda imaginarse: la preposición “de”: “esa mujer es de…
       Hubo un tiempo en que poder ponerse en las tarjetas el “de” tras el propio apellido era sinónimo de dejar de ser mujer para convertirse en señora.
       Lo de ser mujer tenía sus propios “DE” –o “DEL”-, no siempre halagüeños:

·    Mujer DE la vida
·    Mujer DE armas tomar
·    Mujer DE cuidado
·    Mujer DEL arrollo
·    Mujer DE un día…
·    Mujer DE la noche.

       Pero si el “DE” era “DE prestado”, es decir, si el “DE” era una graciosa forma de indicar a los demás que esa mujer había dejado de ser tierra DE conquista para pasar a ser tierra conquistada, porque ya era “DE” otro que le prestaba su apellido en plan pronombre posesivo, de la noche a la mañana esa MUJER se convertía a una honrada y presunta “señora DE”.
Y es ahí donde se arma la zapatiesta en mi cabeza; porque aquel desgraciado “DE” de las rancias tarjetas de visita de otros tiempos, suponía convertirnos a las féminas en un ABLATIVO ABSOLUTO o, lo que es lo mismo: en un compendio de todas las preposiciones del ablativo en sus peores acepciones: las de posesión o pertenencia.
Elegir un vestido o un carmín de labios era PARA agradar a nuestro bienhechor, ANTE el que debíamos aparecer CABE mejor vestidas que cualquier pelandusca sin su correspondiente “DE”. Salíamos a la calle CON el recato propio de una “Señora DE” para no ser puestas CONTRA la pared de ser abandonadas; DESDE lejos se nos notaba que pertenecíamos a la casta de las redimidas por el matrimonio; sabíamos comportarnos con la discreción que nuestro amo esperaba de nosotras EN cualquier ambiente, en el que el buen nombre de nuestro poseedor pudiera ponerse en entredicho, dado que su honor estaba entre nuestras piernas; luchábamos CONTRA viento y marea para mantenernos arregladitas y dispuestas cuando, al llegar la noche, nuestro amo y señor reclamaba el descanso del guerrero con una galopada que por entonces se llamaba en el Código Civil y en el Derecho Canónico “débito conyugal”. Nuestro proveedor de tan generoso “DE”, DURANTE su estancia en el hogar, debía ser recompensado por habernos elevado a la posición de SEÑORA DE…No estaba bien visto que interrumpiéramos un discurso de nuestro bienhechor HASTA que él no terminase su última gracieta mil veces repetida. Y mucho cuidado con mirar HACIA otro lado cuando él nos estaba recriminando la temperatura de la sopa MEDIANTE testiculares argumentos meteorológicos SOBRE nuestra desidia conyugal TRAS un día agotador, porque podíamos provocar HASTA la guerra de las galaxias, SEGÚN los grados (¿Fahrenheit 451?) en que entrara en combustión el cerebro masculino.
        En definitiva, que ese CASO GENITIVO que introduce la preposición “DE” como situación de posesión rotundamente declinable para la condición femenina, condenada antaño a la pena de pertenencia perpetua, se me hace a mí ya una antigualla unida a la condición de MUJER, pudiendo usar preposiciones tan hermosas, ablativas y  CIRCUNSTANCIALES como:
·    Mujer solidaria, A la par de…
·    Mujer independiente ANTE la vida
·    Mujer pensadora, BAJO su propio criterio
·    Mujer amante CON su compañero
·    Mujer dueña DE sí misma
·    Mujer completa DESDE siempre
·    Mujer abnegada DURANTE toda su vida
·    Mujer recíproca, EN condiciones de dar y recibir
·    Mujer resolutiva ENTRE el irse o quedarse
·    Mujer tolerante EXCEPTO con la violencia
·    Mujer accesible HACIA su entorno
·    Mujer dedicada a lo suyo HASTA la extenuación
·    Mujer MEDIANTE la que el mundo se explica como tal
·    Mujer del hoy POR ti, mañana POR mí
·    Mujer inclusiva SALVO con los maledicentes
·    Mujer adaptable SEGÚN lo exigen las circunstancias
·    Mujer SIN paliativos
·    Mujer que se eleva SOBRE la testosterona gonadal de lo conveniente
Imagen de Internet
·    Mujer que, TRAS haber sido “señora DE” se ha redimido a sí misma por el hecho de serlo:
·    MUJER.

En “CasaChina” en un 2 de octubre de 2016

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