Como su propia pluma.
Pero, tras la
primera puerta de sus párpados, se sienta un hombre de densos silencios en los
que duermen su metamorfosis las mágicas historias con las que en cada estación
nos invita a emprender un nuevo viaje.
Las páginas de
sus libros son mis alas. Con ellas emigro a lugares milagrosos donde vuelvo a
reconocerme. Gracias, Jorge Eliecer Pardo.
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