Campaniles

jueves, 31 de octubre de 2013

LUGARES PARA EL REGRESO: Medellín



REGRESAR es volver a la emoción del lugar amado, a diferencia de "RECORDAR" que es una forma de torturar al corazón obligándole a iterar y reiterar añoranzas.
RECORDAR y REGRESAR son dos palabras que se parecen mucho y, sin embargo, son antagonistas: la primera necesita de ansiolíticos, mientras que el REGRESO es definitivamente sanador.
Regresar tiene un no sé qué de decisión propia en la elección del camino a tomar, real o imaginario. Es como un voluntario salir de la zona de confort e iniciar una andadura hacia algún sitio determinado, mientras que recordar es algo así como verse atrapado irremisiblemente en un túnel con una sola y dolorosa salida con sabor a desconsuelo y a "imposible".
 Y es que los pensamientos, cuando se empeñan en pronuncia la palabra "imposible", tienen esas cosas: cambian inadvertidamente las agujas de nuestro tren, y nos meten en vía muerta donde se acaba toda posibilidad de seguir avanzando.
REGRESAR tiene efectos energía antes; RECORDAR, narcotizantes.
De un tiempo a esta parte, cuando me sorprendo a mí misma RE-CORDANDO con nostalgia tiempos pasados, me RES-cato con decisión del terreno de las añoranzas y opto por RE-GRESAR vívidamente a ese lugar, que es tanto como hacer un consciente esfuerzo por salir de mí, enfrentarme a mi misma y decirme: "tranqui, colega"; esto se arregla con la promesa del REGRESO.
Yo no sé sí mi cuerpo regresará alguna vez al Festival de Poesía de Medellín, ese evento anual imaginado para responder con la palabra y con el poema al desgarro de violencia en que se encontraba la bella ciudad Colombiana de "la eterna Primavera" cuando nació la apuesta por La Paz. Lo que si sé es que hoy he elegido transformar la añoranza en promesa, el desasosiego en meta; y me he prometido a mi misma REGRESAR algún día a ese lugar que me fascinó en Julio de 2011 con todas sus esquinas florecidas en poemas.
Y es que he comprendido que, cuando el RECUERDO se convierte en dolor, hay que prometernos a nosotros mismos el REGRESO, y no precisamente al lugar, sino a la emoción de entonces que nos hace recordarlo viviéndolo de nuevo con la misma intensidad que la de entonces.

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