14/2015
Con lo de la
cercanía de las elecciones amenazando desde los carteles callejeros, andaba yo
ayer con cargo de conciencia preconstitucional, dispuesta a tirar la toalla y convertirme
en una “NoVotante”, tanto por mi desalentado analfabetismo funcional en
política como por esta fatiga de materiales en mi estructura municipal, pareja
a la obsolescencia programada del cansino bipartidismo que nos coloniza desde hace años con sus propagandas democratiquistas.

Y ¡hala! A
seguir con la conciencia hecha un trapo, sin saber a quién limpiarle el polvo.
Cuando, de repente, como si estuviera en el Prado ese del Escorial, donde
mensualmente se hace presente la Virgen como si fuera un sueldo de contrato
fijo, se me aparece en un periódico un muchacho del que dicen que “…viaja en metro, que es capaz de hablar con
naturalidad de sus puntos débiles, que responde a las preguntas sin
argumentarios, que lamenta que haya diputados “que no saben ni hacer una
pregunta de 30 segundos sin mirar papeles”, y que dice que su modelo es Obama porque
da la cara aunque se equivoque”.


¡Ay, ay, ay!
Que me pienso yo que se me acaba de despejar un pecado en potencia como es el
de no votar, y me he metido en un propósito de la enmienda…
En “CasaChina”. En un 16 de Febrero de 2015.
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