Campaniles

lunes, 24 de agosto de 2015

El tiempo detenido

Hay poemas que recuperan todo su sentido cuando regresan al recuerdo. Éste es uno de ellos.

Intacto está el instante.

Intacto.
Por si vuelves
a decirme que tengo
voz de  gacela herida,
sombra de filigrana
y unos ojos muy tristes
hechos a recogerse
en la melancolía...

Intacto está el instante:

el reloj detenido
en el momento exacto
en que me diste un beso
que supo a despedida.

Las manos, en su sitio
quietas sobre el regazo.
Como tú las dejaste
después de acariciarlas.

El sueño desvelado
(porque dormir sería
dejar pasar la fecha 
de un calendario arcáico
donde no queda tiempo
que perder).

El latido llenando
de silencio la estancia
para que nada turbe
el dolor del silencio.

El cuerpo ya desnudo
del velo que tejía
tu tacto en sus relieves
quemando la hojarasca
con un fuego otoñal.

Las ventanas abiertas
al jazmín. Y al acecho
de un mínimo murmullo
que anuncie tu retorno.

Las reservas taladas.
La cordura frenética.
Fiel la reesignación.
Desolada la prórroga.
La oración redundante.
Horadada la fe.

Proscrito el desamor.

Incólume el deseo.
 

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