(De LOBETURIA
o En el País de los
Lobos)
En algún lugar leo o escucho: “la fuerza del lobo está en la manada”.
Inmediatamente viene a mi
imaginación la efigie del “lobo
solitario”.
Creo que, si hay una imagen símbolo
de la belleza absoluta, ésa es la del lobo solitario aullándole a la luna llena.
¿Existe mayor desolación?
Lo que me pregunto es si puede
sobrevivir el lobo en soledad, fuera de la manada.
Lo que me respondo es que el ser
humano no es sino un lobo, que cuando está en manada se convierte en un depredador,
pero a solas sigue aullando hacia la luz, evocando desesperadamente su
inocencia.
Es muy posible que, si queremos
ser individualmente inocentes en mitad de un mundo de manadas, tengamos que
abandonar la manada, y refugiarnos en una tribu de ingenuos solitarios.
¡Sólo la soledad nocturna nos salva del diario gregarismo carnicero!
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¡Vaya! Y esto se me ocurre
precisamente hoy, 28 de Diciembre de 2014, en que la Iglesia Católica celebra el Día de los Inocentes.
Matanza de niños en Irak |
¿Tendrán
otras Creencias sus propios Herodes? –reflexiono-. E inmediatamente me asalta
la decapitación de niños en Irak, el 8 de Agosto de 2014, por no ir más lejos.
Así
que, avisados estamos: ya sabemos el riesgo que han de correr los Inocentes. Antes
o después, llegarán las manadas de exterminadores, espada en ristre, a tratar
de rebanarles el cuello antes de que se conviertan en un peligro para el ocupante
del trono de la colina.
A
pesar de la amenaza, sigo escuchando en mi entorno voces que, a coro, entonan solos
lunáticos.
¿Será que de lo que se trata es de
recuperarnos a cada uno de nosotros mismo como personas individualmente conscientes,
dentro de una tribu propia, y no como miembros de la manada manida?
¡Buena
pregunta, vive Dios! –Me digo, sacudiendo la cabeza, a ver si así consigo
vaciarla del inocente serrín que la habita.
Pero es inútil: cada vez descubro a más lobos solitarios,
a más inocentes, que sólo necesitan
una razón que los empuje hacia el abismo de la luna llena, para desistir unilateralmente
de ese inútil continuar despedazando gacelas, cuando ya se tiene el estómago
lleno, y más carnaza en las despensas que vida para poder consumir los víveres
almacenados.
Un
“suelto” de José Antonio Marina, que guardo como novenario legal en mi
Despacho, me alienta a dar ese último
salto, saltar las estacas de “lo legal” y. finlmente, poder correr sin lastre por las llanuras
de la decencia, esa extraña cosa que en estos días está tan mal vista.
He decidido crear la Tribu de Inocentes sin
Fronteras.
¿Tonta yo? ¡Lo que tú digas!
Pero, llegada la noche, podré
levantar mis ojos a la luna, y unir mi aullido al coro de la Tribu de los
Inocentes.
Eso sí: en esta Tribu, cada cual se
diseña su propia choza, sin alzarle la empalizada al vecino, ni ir a mearle en su
territorio.
¿Quién se apunta?
En “CasaChina”. En un 28 de
Diciembre de 2014
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